

El actor, por necesidad, es comunicador de sentimientos. Intenta involucrar a su público, mimetizándose con él, tratando que el auditorio se identifique (o no) con su personaje.
El mago, en cambio, está avocado a crear un misterio, un enigma, un rompecabezas que involucre al público enfrentándolo a una conclusión existencial.
El montaje que se ofrece es una fusión entre la magia y el teatro , creando asi un espectaculo de calidad , dinamismo e ilusión
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